viernes, 17 de septiembre de 2010

Angustias

Hoy hemos tenido una de esas que nunca se cuentan, salvo en las reuniones corporativas después de unas copas. Teníamos que hacer una limpieza de boca de un simpático Westy, Muqui, cosa de poco. Lo malo es que hoy necesitaba salir pronto, no me podía entretener.
El perro ha llegado puntual, le he premedicado con un calmante y justo antes de ponernos con él, ha venido una gatita para vacunar. El dueño era de lo más agradable, así que reconozco que me he demorado un poco más de la cuenta, pero había tiempo de sobra. Salgo de consulta y veo tres personas esperando. Tampoco me ha preocupado mucho, ya estaba Elena cambiada y entre los dos, si es necesario, somos capaces de despachar lo que se nos ponga por delante en un momento.
He pasado otra consulta (cliente nuevo, ficha, bla bla bla), Elena liada con no se quién, otro que viene, vamos, al final eran cerca de las doce y aún estábamos liados. Me escapo hacia quirófano para ir poniendo la vía al perrillo para la anestesia. Es muy bueno, pero como buen terrier, nervioso. De hecho, Elena ya había pasado para lo mismo, le había observado, y prefirió esperar a que uno lo sujetara para evitar problemas. Ese ha sido mi error.
Lo subo a la mesa, preparo los aperos, le pongo la compresión, desenfundo el cateter (tubito de plástico con guía metálica), pincho y zás, se me mueve el perro. Le doy una voz con el cateter aún a medio poner, intento guiarlo, y se me dobla. Resulta que es una de esas patas que tienen el cuero duro y, al empujar el plástico, en lugar de entrar se dobla. Retiro la aguja y empieza a sangrar. Limpio, reviso: hematoma.
Le regaño un poco (poco, el pobre no tiene culpa), le comprimo la otra vena y esta vez, tomo un cateter más fino, lento pero suficiente para lo que es. Además, entra más fácil en pieles duras. Lo pongo no sin problemas de traqueteo, lo fijo con doble esparadrapo, y me percato de que está roto en la unión con el cono y se sale el suero. Quito todo el embrollo, lo compruebo, y en efecto, muy roto; no se puede ni parchear.
En estas ya viene Elena, le cuento las aventuras, y nos ponemos los dos con la primera vena. Cateter fino de nuevo, lo sujeta, y en el momento justo, retira la patita y otra vez para afuera. Más sangre, limpiamos; cogemos compresion en la otra, lo intenta ella, las doce y diez. La via no va, se hincha.
Le placamos, pongo compresión en la parte trasera, busco una venilla (la sáfena, que nos suena de los toreros, pero que en perros es mucho más fina) y le logro inyectar los 3 ml de anestesia (propofol) que llevaba cargados. Antesdeayer, en otra limpieza de boca de una Golden de 42 kilos, usé los 22 restantes del envase (no sé cuánto usaria Michel Jackson, pero debió de ser una barbaridad). Y el perrillo tan campante, silbando, como si le hubiese puesto agua.
En resumen, ha habido que tirar de oficio, usar venas que hay que saber que estan ahí para encontrarlas. Al final, ha salido todo bien y he podido llegar a tiempo; pero he pasado unas angustias!

lunes, 13 de septiembre de 2010

Cachorro


Siempre me ha parecido muy bella esta imagen (47 días de gestación)