jueves, 14 de octubre de 2010

Historias

Hoy me han contado una historia sorprendente. No voy a poder relatarla tan bien como la dueña, pero voy a intentarlo.
Hace aproximadamente un mes, vi a Luna, una encanadora cocker de siete años un viernes por la tarde. Me comentaba su propietaria que notaba a la perra extraña, aunque todas sus funciones fisioñógicas parecía realizarlas correctamente: comía, bebía y excretaba con normalidad. Se movía bien, aunque estaba algo apagada. La exploré; mostraba molestias en la zona inguinal y tenía la temperatura alta. Le hice una tira de orina y aparecieron células características de la infección (cistitis). Le prescribi un tratamiento con antibiótico y no volví a saber de ella hasta hoy.
Hoy ha aparecido la dueña con un cachorro de Beagle. Me pide vehementemente que le dé los resultados del análsis de orina, porque la perra se había muerto. Ante mi expresión petrificada, ha empezado a relatarme que, pasados unos días, el animal mejoró. Pero un fin de semana después, se puso peor y la llevo de urgencias a otro compañero. Éste, le hizo un análisis de sangre y una ecografía. Encontró un cuerpo extraño (algo como una piedra) en el interior del estómago y le remitió a un hospital para extraerselo por endoscopia. Una vez allí, pasaron a quirófano a la perra, y poco después, le mostraron una piedra negra del tamaño de una nuez que habían podido sacar sin problemas. La prescribieroin dieta, medicación y la enviaron de vuelta a su casa aún algo anestesiada.
Al parecer, la perra no se llego a despertar del todo, se puso a gemir primero, para luego gritar, y a las tres de la mañana, la llevaron en un taxi al hospital. Perdía abundante sangre por el ano.
La ingresaron y estuvo dos dias en cuidados intensivos. El último día, la dueña le preguntó al compañero si la perra se iba a morir, y este le contesto "que si tenía que morirse, se moriría". Y esta mujer, con la razón completamente perdida, se tiró encima del veterinario gritandole todo tipo de lindezas e intentándole agredir.
Según me iba contando todo esto, lo que no sabía yo muy bien es lo que deseaba que yo hiciera, aparte de darle el resultado de los análisis. Al parecer, tenía que vacunar al nuevo cachorro que había comprado por añoranza de su otro animal.
No sé si luego voy a llamar al hospital para escuchar la otra versión, tal vez decida que no tengo suficiente curiosidad y que no soy quién para remover aquello. Pero sé que los ha denunciado, y para eso quería el análisis (¿?), no sé que podrá aportar.
El caso es que todo me suena raro, la ecografía que le descubre una piedra, la extracción limpia por endoscopia, la posterior hemorragia masiva por el ano y la muerte tras dos días. Profesión desagradecida en cualquier caso, no pongo la mano en el fuego por nadie, pero no creo que el problema fuera causado por mala praxis. Ningún veterinario devuelve un animal a su domicilio si cree que va a tener luego problemas serios. Ya terminaré de contar la historia cuando me entere; porque me enteraré, seguro.

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