lunes, 5 de abril de 2010

Desenlace

Esta tarde han venido los dos gatos. Jivo, al que ahora llamamos Belcebú por su "amistoso" carácter (yo no puedo ni acercarme, menos mal que Elena tiene más mano), está estupendamente. Come, bebe, orina de forma espontanea y su dueña está encantada porque le nota más mimoso (será para que se confíe?). Aún así nos cuenta ciertas aventuras sobre lo divertido que resulta darle la medicación y sobre cómo, aprovechando la coyuntura, se mea en el sofá. De cualquier forma, son anecdotas alegres habiendo visto al pobre animal medio muerto (llegamos a medirle 10,5 de creatinina, metabolito que aparece en sangre y muestra la funcionalidad renal. El límite superior no llega a 2).
Coquito está igualmente bien. Apareció al día siguiente. Felizmente había decidido que estaba más agusto sin sonda, y con la estimable ayuda de sus dueñas que decidieron no ponerle el collar isabelino, se la arrancó de un bocado. Por suerte, el sondaje consiguió dejar la vía uretral abierta, lo suficiente como para seguir orinando hasta ahora. También va comiendo y recuperándose poco a poco.
Mayor alegría ha sido la de Kim, un persa de quince años que vino a consulta el miércoles a última hora con sintomas inespecíficos. No comía y apenas se movía. Había vomitado una bola de pelo dos días atrás. Ante la negativa de hospitalizarle, le prescribí un antibiótico y aceite para las bolas de pelo y quedé con ellos en que el lunes le haríamos unos análisis. Me temía lo peor, puesto que con esa edad, puede tratarse de alguna patología irremediable. Pero hoy han aparecido sus dueños, un matrimonio simpático con sus dos gemelos de cinco años, y el gato perfectamente recuperado. Come vorazmente y se mueve con normalidad. Probablemente no fue más que una gastritis severa. A veces la moneda cae de cara, y hay que feliciarse por ello.
Por desgracia, me han comunicado que ha muerto Teddy, un mastodonte encantador al que conocía desde que se le podía tener entre las manos. Era un cruce de mastín y llegó a pesar más de setenta kilos. Mantuvo un carácter de cachorro hasta el final de sus días. No tengo idea de la causa de su muerte, porque no he podido ni explorarle, pero con doce años largos, supongo que algún tumor le ha invadido un órgano vital. Es una pena, y me produce una profunda tristeza, pero hoy me quedo con los que han sanado. Aunque ya sólo les queden seis vidas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario