miércoles, 21 de abril de 2010

Horrores

Hay días especiales en esta maravillosa profesión. Hoy ha sido uno de ellos. Aviso a los sensibles que cierren ahora.
Hemos empezado el día eutanasiando a Jimy, un persa de 14 años al que no hemos podido hacer nada para curarle. Tenía desde hace tiempo una insuficiencia renal crónica, los riñones dejan de funcionar y básicamente se autointoxica. Vino la semana pasada en un estado muy lamentable. Le pusimos una vía y le medimos la creatinina, resultando el valor más alto que recuerdo, más de diez (límite máximo normal: 1,8). Lo mandamos a hospitalizar y a los dos días estaba mejor, se lo llevaron a casa. Y pasado otro día más, volvimos a medir la creatinina, 5,5. Le pusimos algo más de suero y le medicamos, pero el gato no reaccionó. Una pena.
Luego hemos operado a Loby, un cruce de pequinés de catorce años.

Son dos magníficos tumores de mama. Hemos extirpado el izquierdo, por temor a no poder cerrar bien la herida si extirpábamos ambos de una vez. Además, tiene ciertas complicaciones cardiorespiratorias que no ayudan.
Proporcionalmente se queda un poco por debajo del que tenía aquella pastora alemana. La verdad es que en la foto no se aprecia bien el tamaño
Para terminar el día ha venido Gala, una gata que según nos contaba el dueño tenía unos 23 años. Se le extirpó en otro centro un tumor en el labio inferior. Vino a consulta hace un año en mayo porque se le había reproducido. Le mandamos antibiótico y no hemos vuelto a saber de ella hasta hoy:
Por suerte han quedado un poco desenfocadas. Aparte de que estaba bastante infectado, el animal se encontraba en un grado extremo de malnutrición, por razones obvias. Te alivia la sensación de haberle ayudado a tener un final rápido y digno, pero se te queda un cuerpo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario