lunes, 29 de marzo de 2010

Locura

De igual forma que hay días en los que no pasan las horas, hay otros vuelan. Hoy ha sido uno de estos, y ahora, ya terminada la faena, además de cansado estoy satisfecho. Ha sido una paliza, pero tengo la sensación de haber hecho bien mi trabajo.
A forma de repaso rápido, he operado un criptorquido (sin ningún testículo en la bolsa escrotal), Paco, un cruce de Stafford encantador de apenas un año. Hemos contado con la colaboración y el apoyo de sus dueños. Les he telefoneado hace unos minutos, ya al final de la jornada, y el único problema es que se come a dios por los piés, señal de que todo ha ido bien. Entretanto hemos castrado otro gato y hemos tenido algunas consultas sin demasiada importancia. Un montón de tiendecitas, un análisis de una gata que pasó una insuficiencia renal hace dos años y quieren operarla porque tiene el celo ya de continuo y así hemos ido pasando la mañana.
Por la tarde había peluquería, seis perros a los que hemos puesto el traje de verano. Y estando en esto, he recibido a una pareja que me venía a preguntar sobre su gato, que vomitaba y no comía desde principio del fin de semana. Algunos clientes tratan de evitarse el pagar una consulta, o tal vez piden opinión y si les convence la respuesta, vuelven más decididos. En este caso, tras preguntarles un poco, cuando ya se iban con idea de darle un poco de aceite por si se trataba de alguna bola de pelo en el estómago, me comentan que el gato orina muchas gotitas, que quieren vacunarlo, castrarlo...no sé bien cómo se ma ha ocurrido preguntarles si iba mucho a su caja, y me han respondido que hasta se quedaba dormido en ella. He pensado que podía tratarse de una obstrucción de vías urinarias y les he instado a que me lo trajeran. Cuando han venido, había un par de personas esperando, pero esto era más urgente. Lo he palpado, y su vejiga era como una pelota de tenis.
Ciertos metabolitos que aparecen de forma habitual en la orina de los gatos, tienden a cristalizar si la acidez de esta es baja. Poco a poco, los microcristales se convierten en arenillas y luego en cálculos más grandes. En los machos, al salir junto con la orina por la uretra, se obstruye en la parte final del pene. De esta forma, el animal no puede orinar, la vejiga se llena y los riñones dejan de funcionar (filtran por un mecanismo de presión; si esta no es adecuada, cesan de hacerlo). El sistema renal es el encargado de depurar de la sangre todos los subproductos del metabolismo. Si no se desechan, se produce una autointoxicación, que entre otros síntomas, produce vómitos.
La forma habitual de resolver esto es sondar al gato. Se introduce una cánula por el pene hasta la vejiga (tarea en ocasiones muy complicada) y se vacía la orina retenida. Se hace bajo anestesia general. Se ha de coger una vía venosa y se intenta restablecer el equilibrio de electrolitos de la sangre, además de forzar la diuresis (trabajo del sistema renal). Un buen ratito, vamos.
En ello estábamos, con el baile de las peluquerías, cuando ha venido una pareja con un bull terrier. Tenía gastroenteritis. En lo que Elena resolvía con pericia el asunto de Jivo (el gato), yo escuchaba como Derek (el perro) llevaba seis días sin comer y vomitando a menudo. Este había tenido la suerte de dar con un compañero que le había inyectado un antinflamatorio (?), le había dado unas ampollas para echarlas en el agua y un par de latas de un paté de dieta. El pobre seguía vomitando igual. Le he puesto tratamiento sintomático y se ha ido para casa. Yo creo que irá mejor.
Hemos entregado al gato a sus dueños a última hora. Le hicimos un análisis y el resultado es dantesco. Mañana lo traeran a seguir poniendo suero. Vamos a ver si su juventud le ayuda (tiene poco más de un año) porque está bastante tocado. Pero a pesar de todo, creo que lo sacaremos adelante.

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