jueves, 18 de febrero de 2010

Calma chicha

Nuestra profesión es estacional, no llega a lo de las heladerías, pero casi. En primavera y verano los perros salen mucho más a la calle, como sus dueños, y eso conlleva trabajo; peleas, torceduras, indigestiones... Además están los parásitos externos que, tras la dura hibernación, aparecen voraces. Y las peluquerías; cuando viene el calor, rapamos a decenas de lanudos.
Por otra parte, en el subconsciente colectivo está arraigada la costumbre de vacunar en verano. Más de la mitad de las revisiones anuales las hacemos entre mayo y agosto, sin que haya una razón lógica a mi parecer.
Así que si unimos a todo esto la meteorología tan desagradable y los mordiscos que pegaron los reyes magos a las visas de enero, estamos en calma. Un par de gastroenteritis (una por ingesta de pared y la otra por un hueso de jamón), y unas cuantas vacunas. Tambén las revisiones de las cirugías (todas bastante bien); vimos a Polar que ya le estamos quitando los puntos de la oreja. Volvió Musy, la canichita del tumor de adrenales, que sigue tan campante, aunque sospecho que pronto nos va a empezar a preocupar (se le han inflamado todos los ganglios de la parte izquierda, malo). Vamos, un aburrimiento; aunque, en cualquier momento, puede sonar el timbre y...

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